Babylon, and on, and on, and on…
En el cine hay que tratar de aplaudir a todo aquel que se atreve a hacer algo osado y nuevo, también aplaudo a los autores que emanan un amor incondicional por el séptimo arte. El problema es que a veces ese amor por el arte de contar historias puede caer en autoindulgencia, en el onanismo y en el mirarse a sí mismos como el centro del mundo. Damien Chazelle ya ha caído un poco en algunos de esos errores (no olvidemos la escena de La La Land de un hombre blanco enseñando de qué va el Jazz) y aquí en Babylon, su cinta más ambiciosa, está totalmente desatado y con un metraje que supera las injustificables tres horas. Babylon es desenfrenada, caótica, lujosa, desmedida y perversa, en ambas connotaciones del adjetivo: tanto en positivo como en negativo.
Babylon es una película de piezas alucinantes, coreografiadas con maestría y una técnica perfecta, y sin embargo carece del toque mágico, del toque sensible, del toque reposado que una las ideas con honestidad y te deje un buen sentimiento. Puede parecer intencional —Una película de Hollywood que te haga sentir incómodo y mal— pero cuando termina uno acaba con la sensación de estar agotado, de que la película nunca ha rebajado el tono ni las revoluciones y que en realidad, has visto una película que te ha estado gritando durante 3 horas y rara vez te ha permitido montarte en sus emociones. La película arranca con un elefante defecando sobre la cámara, y desde ahí nunca baja el listón ya sea en orgías, lluvias doradas, botellas metidas por el culo de personajes, sexo en todas las posturas y hasta con máscaras de caballos, forzudos comiendo ratas y una galería de incomodidades que a veces parecen metidas a la fuerza por el afán de la provocación.
Por tratar de contar su historia (aunque todo es más bien una concatenación de piezas) seguimos la historia de Manuel “Manny” Torres (Diego Calva) desde 1926 hasta 1952, él es un joven mexicano que ama el poder del cine y su sueño es trabajar en él. En una fiesta conoce a Nellie LaRoy (Margot Robbie, excelsa, imponente, y como siempre finalmente desaprovechada) que tiene las mismas ambiciones “Uno no se convierte en estrella. O lo eres o no”, ella está convencida de que lo es.
La fiesta pertenece a una de las grandes estrellas del celuloide Jack Conrad (interpretado con mucho carisma por Brad Pitt) y en ella hay una periodista especializada en cotilleos del cine (Jean Smart) y el jefe de la banda de Jazz (Jovan Adepo) que se deja la vida en cada nota de una banda sonora de Justin Hurwitz, que muy probablemente sea la mejor del año.
Todo trata sobre conocer el transcurrir de estos personajes en ese lapso de tiempo con sus ambiciones, sueños y fracasos en una era en la que el cine está cambiando enfrentándose al sonoro y al sistema de estudios que arrollaría con todo lo establecido.
Esa época está narrada en “Cantando bajo la lluvia” y la película hace muchos homenajes a esa obra maestra, lo cual a veces juega en su contra porque te hace darte cuenta de lo redonda y bien pulida que es la cinta de Stanley Donen en comparación con este Babylon.
La cinta se reserva también a Max Minghella y Tobey Maguire, pero cómo llegamos a su personaje es una locura que tampoco tengo demasiado clara porque todo es un festival de mujeres, drogas, alcohol, placeres, deseos, gula, vómitos, cocaína, decadencia… y como tal la película es excelente en la forma (cómo juega con el sonido y los silencios es simplemente una genialidad), pero el problema es que Chazelle está a ratos más enfocado en cómo mostrar todo, en asombrar con el plano y las posibilidades de una cámara que en lo que se muestra y hacerte partícipe de esos excesos.
Quizás los momentos en los que más me he involucrado han sido los de Li Jun Li (totalmente desaprovechada), que ha sabido capturar la tristeza de todo aquel Hollywood dorado mejor que muchas de las escenas. Pero el resto de relaciones no termina de traspasar, si “Whiplash” te hacía palpitar era por esa relación amor-odio de mentor y aprendiz, si “La La land” te arrancaba las lágrimas y el corazón era porque creías en Sebastian y Mia. Aquí la historia de amor no termina de empapar, la relación con Brad Pitt nunca consigue enamorar y la supuesta relación del personaje de Margot Robbie con Li Jun Li nunca queda excesivamente clara. Por no mencionar esa escena de visita al psiquiátrico que desentona totalmente y te hace preguntarte por su sentido en el conjunto de la historia.
Aún así, y pese a todo lo que estoy diciendo he disfrutado muchas de las secuencias, la que sale Spike Jonze realizando esa filmación de batalla llena de extras me parece brillante. Todo el segmento de la serpiente (aunque totalmente innecesario) me resulta divertido por su belleza y el monólogo de Jean Smart es para enmarcar. Sin embargo el camino entre las escenas me deja bastante frío, me hace preguntarme todo el tiempo si una una película puede ser la suma de sus (preciosas) piezas.
Y hablando de esas piezas, me enganchan en la cinta porque son de una técnica impecable: el vestuario es una gozada, la fotografía equilibra perfectamente todo ese lujo con calidez y sabiduría oscura cuando se debe (es casi un personaje más), el montaje es increíblemente inteligente y elegante, los actores están impecables y Chazelle sabe mover la cámara como nadie.
El problema es la humanidad de los personajes y sus relaciones, que es precisamente donde aciertan muchas de esas películas clásicas que parece querer rendir tributo. El cine es un compendio de historias, nos enamorar esos personajes, esa humanidad, y de eso se ha olvidado Damien Chazelle y es una pena porque en 3 horas de película tenía tiempo de sobra para haberse reposado y contarnos más sobre ellos.
En resumen, Babylon es una película excelsa, excesiva. La cinta está muy centrada en escribir un obituario ensalzando una era y a la vez desmitificándola: las crueldades del cine. Esos sentimientos del mensaje me gustan (aunque el final y ese montaje de amor al cine es de lo más manipulador y descarado que he visto en muchos años), pero para llegar a ellos se pierde en muchos caminos, se embarra en otros y a veces tiene mensajes excesivamente cínicos junto a otros demasiado superficiales.
Babylon es una película titánica y lo es tanto en su técnica como en su ambición y sobre todo en la duración. Babylon maravilla y agota, fascina y exhausta a partes iguales. Tiene una técnica impecable y sin embargo me termina dejando frío y con poco poso. Al final no termino conmovido sino agotado en la butaca buscando aire, y eso es lo que hace que el conjunto peque de cierta condescendencia y superficialidad. ¿Es una buena película? Sí y no. Así de dividido me ha dejado.