sábado, 10 de enero de 2015

Crítica de TV - Celebrity Big Brother UK

Me encanta odiarte






Que nadie se lleve las manos a la cabeza, este no es otro de esos artículos sobre el amor que ha profanado la ficción televisiva en los últimos años por la figura de los antihéroes y que tan buenos frutos ha dado: House, Breaking Bad, Dexter, Nurse Jakie…

No, quiero hablar de las personas “de verdad” aquellas que se someten a los Reality Shows y que los productores no dudan en convertir en cruzar la línea para convertir en verdaderos villanos y que la gente les odie, porque no hay nada más gozoso que disfrutar odiando a alguien.

Recuerdo en casa a mi padre insultando a la televisión, verdaderamente enfadado y ofendido cada vez que Aída Nízar acudía a un plató de televisión. “Cambia de canal si de verdad no puedes con ella” decía yo. Pero no. Él seguía ahí viendo y odiando a la vallisoletana como si no hubiese toda una otra oferta. Y mirándole descubrí dos cosas: Primero, que siempre he sentido cierta fascinación por “las malas” en los Reality Shows, y segundo que incluso si no soportas la figura viperina, hay algo que te hace seguir pegado a la pantalla: la fascinación del ser humano a odiar, lo mucho que se disfruta y sobre todo el alivio cuando esa persona no se sale con la suya.

Desde Vanessa Pascual hasta Lucía pasando por Marta López, Ainhoa o la propia Aída Nízar la televisión ha ido sirviéndose de utilizar estas personas hasta convertirlas en verdaderos personajes como si se tratara de las madrastras malas del cuento.

Pero no solo en Gran Hermano, ¿alguien recuerda a Francesca en Supervivientes? ¿o la imagen de prepotencia proyectada sobre Chenoa, la Poyeya o Sandra Criado en OT? ¿O las figuras ya autoconscientes de ellos de Jerri Manthey, Kass o Abi Maria en survivor?

Pero quiero hablar de una que se asemeja más a Aída Nízar y que se ha convertido, por derecho propio en la mujer más odiada del Reino Unido: Katie Hopkins. Y lo digo porque ambas son malas hasta cuando la cámara deja de rodar y se convierten en personas reales. ¿Recuerdan aquel “Dios da a cada uno lo que se merece que espetó Aída Nízar a un joven en silla de ruedas por no querer darle dos besos? 
Aquello no era una una ficción, ni tampoco era “realidad ampliada”, aquello era simplemente una persona de carne y hueso siendo ofendida por otra persona de carne y hueso. De aquellas vinieron mucho más.

Katie Hopkins es la versión anglosajona de Aída Nízar. Saltó a la fama como concursante de “El Aprendiz” rechazando un lugar en las finales y se ha convertido en la pluma viperina del periódico “The sun” y colaboradora habitual de “The Morning” una suerte del programa de Ana Rosa en las mañanas británicas.

Katie Hopkins ha decidido dar un paso más y participar, desde hace un par de días en su tercer Reality de competición: Celebrity Big Brother (tras el aprendiz se dejó caer en la jungla de “I’m a celebrity get me out of here”).

¿Y por qué es Katie Hopkins tan odiada?
Basicamente porque es un troll de internet y entre sus muchas perlas se encuentran las siguientes:

“Niños pelirrojos. Como niños normales pero mucho más difíciles de querer”

“¿Te contrataría si eres obeso? No. Por supuesto que no. Darías mala imagen a mi negocio. Necesito gente que parezca energética, profesional y eficiente. La gente gordo solo parece vaga.”

“Pienso que si tienes un tatuaje tienes que pensar en el tipo de futuro que tienes delante. Como empresaria, nunca contratara a nadie con tatuajes porque siempre pensaría que opinan los clientes sobre ellos. Para mí, los tatuajes solo son una manera de llamar la atención de este tipo de gente porque no pueden encontrarla por los métodos convencionales”

“Un nombre es una manera de demostrar la clase de la que proviene un niño y está en mí decidir ¿quiero que mis hijos jueguen con ellos? (…) cuando alguien dice: “Hola esta es mi hija Charmaine” yo solo escucho “Hola, soy tonta e ignorante”

“Llego tarde a trabajar ¿Puede la gente dejar de ser tan egoísta y dejar de suicidarse delante de mi tren?”

Sus primeros minutos en la casa no han defraudado, entro la primera entre abucheos y desde una gruta su misión era ir ofreciendo comentarios sobre el resto de celebritys que iban entrando tales como:

“Esta es básicamente una prostituta con dos tetas. Bonito Currículum”
“Oh Dios Mío! No quiero ver nunca esa cara sin maquillar”
“Entones, él salía en televisión cuando tenía seis años y ahora con 28 todo lo que ha hecho en su vida ha sido drogarse. Estoy impresionada”
“Prefiero quedarme aquí que vivir con esta panda de idiotas”

Después fue llamada al confesionario para elegir los nominados en un tongazo creado para evitar que sea la primera expulsada y sus palabras fueron:
“-Katie bienvenida al confesionario
-Gracias, es muy… barato”

Vamos una auténtica víbora que la gente adora odiar y que ha entrado con un contratazo para llevarse todas las cabezas que pueda por delante mientras la audiencia se amontona ante la edición para reírse de sus maldades y odiarla a partes iguales.

Pero, ¿hasta que punto es lícito y ético mantener a sueldo a una persona únicamente para insultar y ofender al resto? ¿Por qué nos gusta ver como alguien humilla a alguien en la realidad de la televisión y luego no lo toleramos en la vida real? ¿Qué distingue esos sentimientos de los otros?


Por ella la fascinación a este artículo y a una edición que veré y comentaré en twitter @criticoenserio porque siempre me han fascinado las malas, y eso que ha entrado en la casa Perez Hilton, pero si la cosa va de malas prefiero a las arpías que a las maricas malas ¿y a ti? ¿te fascina o ha fascinado alguna de estas personas que adoramos odiar?

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