domingo, 8 de febrero de 2015

CRÍTICA DE TV - Gala de los Goya 2015 (2/10)

Yo no lo llamo fiesta si no está Pilar Bardem



Por primera vez en mucho tiempo he visto la gala de los Goya sin haber visto casi ninguna película de las nominadas. Cosas de vivir en el extranjero. Así que sin presión por saber si se hacía justicia o no, sin ese sentimiento de tener que poner el grito en el cielo porque se pasa por alto a grandes producciones en favor de otras más simplonas me he sentado a ver la gala como espectáculo televisivo. Y fue un puro desastre y aburrimiento.

No estoy dentro de la vorágine Dani Rovira. Sí que he visto su actuación en la adaptación española de Bienvenidos al Norte y me alegro que ganara el cabezón por ella ya que me pareció pura chispa cómica, pero ayer su conducción era triste. o en el sentido de otros años con Eva Hache que hacía que quisieras asesinarla en cada momento. No. Dani Rovira ha sido triste porque no hay momento más humillante que un cómico sin gracia.

Él lo intentaba y no arrancó mal, pero su momento improvisación por las escaleras, su sketch del trailer fusionando directores que recitaba como si hubiese estado estudiando el guión diez minutos antes, su momento post claqué (¿a qué venía todo eso?) y sus cansinas repeticiones a que quería vender el coche… Le faltó chispa, gracia, desparpajo y sobre todo guión. Los intentos fingidos de Penélope Cruz por parecer que le hacía gracia todo aquello era lo único salvable.

Lo de los discursos. Madre mía que berenjenal, si bien era acertadísima esa voz en off diciendo datos curiosos del ganador mientras llega al escenario y abraza a todo bicho viviente que se pone por delante, al llegar al micro la cosa era infumable. En España nadie sabe dar un discurso breve y venderse al público con algo divertido y/o inspiracional. No. Tienen que agradecer durante cinco minutos a su familia, agente, compañeros, equipo técnico… O aprovechar ese momento de gloria para hacerse un “Entre Todos” y pedir no a la guerra, no descargas, mejores leyes… 
Por un momento esperaba a Candela Peña dándome el estado de la sanidad española, pero ni eso.

Sí que tuvimos los soporíferos discursos del presidente de la Academia y del Goya de honor a Antonio Banderas. Muy bonitos los dos para quienes les escucharon pero… ¿por qué tan largos e imposibles de mantener la concentración? Me parece horrible que salgan con trescientos folios a leer cuando eran los únicos que ya sabían de antemano que iban a salir al escenario. El de Banderas fue como una eterna pausa publicitaria en la que no sabes que te han contado. Con sus gafas tipo abuelo de Up hizo uno de los peores momentos televisivos en mucho tiempo.

Y para guinda del aburrimiento estuvo la realización. Yo creo que el realizador tenía hipo y pasaba a barridos sin sentido, pies, planos estáticos de los mismos… todo a pie de suelo: ni una grúa, ni un plano aéreo, ni un poco de aire…

Una lástima de gala sin ritmo, sin guión, sin tino, con pocos aciertos (quizá el de las sillas del Ikea con los directores de los cortometrajes en el escenario fue de los únicos) y que ni tan siquiera destacó por lo malo. La gala de los Goya fue sosa, intranscendente, aburrida y monótona. Una pena. 


¡Ah! y ya que hemos conseguido que los invitados vayan arreglados y duchados y no en chandal como hace diez años, por favor que les digan que la gala está siendo televisada y grabada, que no tienen que estar con sus cámaras o teléfonos continuamente que daba una imagen de cutrerío en plan “Toñi, graba a la niña en la función del cole, que ya sale”.

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