domingo, 4 de marzo de 2012

TARDE DE PERROS (1975) - ****1/2

Atracando un banco con lo puesto



Hay un momento de giro en “Tarde de perros” que da el tono conciso de la cinta. En él un atracador sale con dos rehenes, una mujer y un hombre para entregar a la policía a éste último. Entonces la mujer tiene la opción de escapar y la policía se lo grita “Huye, corre” y entonces ella responde mientras mira a la prensa reunida “Mi sitio está con mis chicas” y se vuelve dentro con el resto de rehenes y atracadores mientras se atusa el pelo.

No lo hace por heroísmo, ni por valentía sino por seguir en el centro de la cobertura mediática que se está realizando en directo. Lo habéis adivinado, ella lo está disfrutando.

Eso es lo grande de “Tarde de perros” (Dog day afternoon, 1975) que consigue encontrar el punto de ironía, crítica y acidez a través de un guión brillante sin caer en la sátira, la burla o la parodia.

El argumento de la película es sencillo, un grupo de atracadores inexpertos encabezados por Al Pacino se lanzan a atracar un banco en un acto rápido que terminaría en 10 minutos, sin embargo la inexperiencia de ellos les lleva a verse atrapados en el banco mientras el atraco se convierte en todo un espectáculo televisivo y con público en directo que aplaude y jalea como si de un mero show se tratara.

A través de este argumento el guión se sirve para ofrecer una crítica afilada contra muchos frentes: la opinión pública, el poder mediático, la ineptitud policial, el sistema laboral americano, la creación de héroes, la homosexualidad, el matrimonio…

Son temas complejos, serios y en muchos puntos trágicos y en eso es dónde la película afina más en moverse entre el espacio del verdadero drama y el más auténtico absurdo. Y todo lo consigue con un gran diseño de personajes, que no merecen ninguna introducción (de hecho la película arranca en el momento en que entran a atracar el banco) y con un estilo afilado y unas interpretaciones de aúpa se definen a pesar de toda la complejidad que tienen.

Y eso que la película podría caer por el lado del show más descacharrante con esa premisa de un hombre atracando un banco para pagar la operación de cambio de sexo de su amante, pero “Tarde de perros” nunca cae en ese error, y no lo hace porque los personajes son creíbles, simpáticos y convincentes. Lumet se ocupa de que nos interesemos por ellos en una película sobre policías y ladrones pero sin gente mala. Solo personas tratando de llevar la situación que tienen enfrente en una tarde de verano que ha dado un giro extraño.

La película está bajo la batuta de Sidney Lumet, uno de esos grandes genios que sabe manejar como nadie espacios cerrados y sacar lo mejor de sus interpretaciones. Es cierto que su gran obra maestra fue su debut “12 hombres sin piedad” pero menospreciar el estilo que imprime a tarde de perros es cuanto menos injusto.

En ésta cinta trata de imprimir un estilo “naturalista”, con un estilo de ritmo y realidad de la vida cotidiana, tratando los temas que trata y enfocándolos de la manera que lo hace el hecho de que subrayen que sucede en Nueva York no es para nada casual en aquella época.

El director se ve que deja el tiempo suficiente a los actores a convivir con sus interpretaciones y logran que lo veamos todo con la mayor naturalidad posible y pese a que todo lo que se cuenta tiene un potencial abundante de tragedia es realmente divertida. Y no por las interpretaciones, porque en ningún momento los actores hacen interpretaciones cómicas y no hay pausas para las risas, únicamente surge de manera orgánica por las situaciones. Con mención especial para ese momento en que un atracador al comienzo pierde los nervios y decide abandonar y el protagonista le pide las llaves del coche “¿Y yo cómo voy a volver a casa?” dice el que se quiere ir. Es un momento surrealista, pero está dicho con tal seriedad y convicción que no es ninguna parodia sino un momento de lo más natural gracias a la dirección y las interpretaciones.

Y es que la cinta posee una de las mejores interpretaciones de la carrera de Al Pacino (y eso ya es razón más que suficiente para ver la cinta) que sabe transmitir la angustia del personaje y consigue que leas sus pensamientos casi sin esforzarse en actuar. Es una recreación compleja y muy auténtica. El anecdotario dice que se metió tanto en el personaje que sufrió un colapso a mitad de rodaje y tuvo que ser hospitalizado.

Y es el que el personaje protagonista, Sonny, es fascinante y Lumet lo estudia a fondo. Es un hombre complejo, compulsivo, muy listo, veterano de Vietnam y reprimido con mujer e hijas, tiene una madre terriblemente posesiva y además en ningún momento es explicado o analizado, simplemente está ahí con tal carisma y cuerpo que es uno de los mejores personajes de la historia contemporánea.

Pero además hay espacio para secundarios, su compañero/zombie es intrigante, religioso y misterioso interpretado con maestría por John Cazale y verdaderamente limitado mentalmente como se observa en su conmovedora respuesta “Ohio”.

El tercer gran actor de la cinta es el también nominado al Oscar Chris Sarandon que interpreta en una escena al amante de Sonny, con una llamada por teléfono verdaderamente inspirada y natural.

La cinta obtuvo 6 nominaciones a los premios Oscar (incluyendo mejor película, actor y director) pero se tuvo que conformar con llevarse el de guión original en el año en que “Alguien voló sobre el nido del Cuco” arrasaba en las categorías principales. 

Se podría añadir mucho más sobre la cinta, principalmente por el poder de discusión que genera y la ligereza con la que lo trata a pesar del gran calado (sin ir más lejos el momento del pizzero y su alegría por salir en el periódico) o también se podría hablar de todas las influencias y los clichés que bordea como las cintas de gánsteres de Pat O’Brien, pero para mí la mayor crueldad está en el público que observa la función y que encumbran a héroe a Sonny para luego algunos hasta despreciarle, la volatilidad de la figura del héroe.

En resumen, que Tarde de perros es una de esas cintas que consigue marcar un hueco en la historia del cine a golpe de ingenio, maestría, crítica, tensión, nerviosismo, inteligencia y una interpretación de Al Pacino que quita el hipo. Una historia que andaba justa adaptando un mero artículo de un periódico y que costaba ver qué saldría de sí de algo tan a priori pequeño y que termina sobrada de calidad y talento en cada poro cinematográfico.
Imprescindible.

Lo mejor: el guión y Al Pacino. La cantidad de preguntas que lanza al aire y lo bien que Lumet deja que tú solo busques las respuestas.

Lo peor: que haya tardado 26 años en verla

Valoración: 9/10

1 comentario:

  1. si, una excelente pelicula, de la epoca dorada de Al Pacino, actor magistral en sus mejores momentos.

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