miércoles, 28 de enero de 2015

El Francotirador (American Sniper, 2014) - ***

Los puntos ciegos de la moralidad occidental





Algunas películas trascienden la pantalla porque llegan en el momento justo en el que la sociedad está pidiendo algo concreto y se convierten en un emblema del reflejo de la sociedad hoy en día. 

American Sniper ha logrado el mejor estreno en Enero de la historia, segundo mejor mantenimiento de la historia en un film no franquicia do (únicamente por detrás de Avatar), mejor estreno de Clint Eastwood en toda su carrera en Estados Unidos, Reino Unido, Taiwan, Nueva Zelanda, Italia y Perú, seis nominaciones a los Oscar… Y todo esto cuando el consenso general era que las películas ambientadas en la guerra de Irak eran veneno puro para la taquilla. Recuerden que “En tierra hostil” (The Hurt Locker), la oscarizada cinta de Kathryn Bigelow recaudó 17 millones de dólares en USA (la menor recaudación de la historia de las ganadoras al premio de la Academia a mejor película). American Sniper está en su segunda semana rozando los 200 millones de dólares en taquilla.
¿Es realmente tan buena?

La respuesta es no. American Sniper es un film muy correcto y muy conseguido en muchos aspectos (el tratamiento del peso de la guerra en el hombre, la soberbia actuación de Bradley Cooper…), pero su mayor factor es la celebración de un hombre cuyo talento es disparar a matar a gente cuando no están mirando y que además disfruta de su trabajo.

No hay arco moral en la cinta, no hay remordimientos sobre si matar es necesario o hay alguna culpa en el acto de hacerlo. La cinta prácticamente abre con uno de esos discursos en la mesa de un padre a sus hijos que tanto le gusta a Clint Eastwood “en la vida hay corderos, lobos y los que defienden a los corderos de los lobos: los perros pastores”. La historia que trata Eastwood de vender es la de un hombre que se convierte en ese perro pastor defendiendo a su país de los que tratan de invadirlo. El prisma real es otro, los Iraquíes están tratando de defender su suelo mientras los americanos arrasan con él.

El verdadero Chris Kyle, el protagonista de la cinta, escribía en sus memorias que a él no le importaban “una mierda los Iraquíes” y no deja de referirse a ellos como “salvajes”. “Tras la primera muerte, las demás vienen fácilmente (…) no tengo que prepararme mentalmente para ello. Miro por el telescopio, pongo a mi objetivo en la cruceta y mato a mi enemigo antes de que mate a uno de los míos.” Él resumía el sentido de la guerra en esa frase, con lo cual cualquier sentimiento de raciocinio impuesto por la cinta queda empañado por el patriótico.

Y aquí es donde la película entra en terreno peligroso fuera de los Estados Unidos, donde somos mucho más abiertos a ofrecernos a una lectura del tablero mundial. Durante una década los EEUU han condenado la vulneración de los derechos humanos en Cuba mientras mantenían abierta una sede en Guantánamo que los violaba abiertamente. Los americanos gustan y disfrutan de mirar únicamente donde les interesa y donde ellos son los heroes, y por eso American Sniper está convirtiéndose en un fenómeno ya que provee un héroe de celuloide que está encargado no de satirizar y preguntarse acerca del Islam sino de matar musulmanes. “Mata cada hombre que veas. Ese no era el lenguaje oficial, pero sí la idea” escribía Chris Kyle en su libro biográfico.

Escribía George Orwell en su obra Notes on Nacionalism que “Los nacionalistas no solo no desaprueban las atrocidades cometidas por su bando sino que tienen una capacidad remarcable para ni siquiera escucharlas. Si esos hechos eran reprobables o si tan siquiera ocurrieron fueron siempre decididos por predilecciones políticas.” 

La controversia que más me interesa llega al descubrir que desde el estreno de la cinta las amenazas a Árabes y musulmanes en América se han triplicado. Radicalizando nuestras opiniones acerca de una comunidad (que mayoritariamente condena por activa y por pasiva cada ataque terrorista) no hace más que radicalizar las opiniones de dicha comunidad, arrastrando a los indefensos a buscar consuelo donde lo encuentran, y si occidente liderado por una doctrina de odio hacia su pueblo no les escucha se moverán en busca de otro refuerzo de opiniones y convicciones.

El arte últimamente se está utilizando como instrumento de poder social y más recientemente como un poder de ofensa política en lugar de convivencia y normalización. Los ejemplos los tenemos recientes: The interview ha desatado iras entre naciones enfrentadas, Charlie Hebdo ha hecho correr ríos de sangre… Tanto de un bando como de otro, se está utilizando el poder de la creación para ejercer una provocación incendiaria que no conlleva a nada bueno salvo a la falta de expiación y autoculpa.

Eastwood despliega sus armas cinematográficas para conseguir este efecto: los Iraquíes nunca son tratados como personajes en la cinta sino como fondo amenazante, ninguno tiene personalidad, tan solo son objetivos. Todos ellos mueren al primer disparo. Los americanos agonizan en escena con borbotones de sangre para que veamos la crueldad y el desgarro. Y en el único momento que un Iraquí sufre es a manos de la crueldad de su propio pueblo.
Kyle, el verdadero Kyle, era un trabajador de clase media que perdió la dirección de su vida cuando vio gente con la que se identificaba siendo asesinada en otras partes del mundo (según la película en los atentados de Kenya y Tanzania contra la embajada americana) y decidió alistarse para asesinarles de vuelta.
¿Les suena familiar?


“Yo no veo el gris. Si tengo que ordenar mis prioridades serían Dios, mi país y mi familia” (1) escribía Kyle. De todas las luces, Kyle era tan Jihadi en uniforme como su enemigo Mustafa lo es en ropa árabe. La cinta provoca el aplauso cuando uno vence al otro. Desde mi pantalla, ambos resultamos igual de perdedores. Y viendo la cinta parece que estamos regresando a aquellas cintas propagandísticas de la Rusia de Lenin. ¿Es eso a lo que nos encaminamos?


(1) extractos recogidos del artículo http://www.theguardian.com/commentisfree/2015/jan/26/america-morality-blind-spots-guantanamo-bay-king-abdullah-hypocrisy-civilisation de Gary Younge

sábado, 10 de enero de 2015

CRÍTICA DE TV - Blue Go Mad in Ibiza (ITV2) - 2/10

We are going to Ibiza… iza-iza-iza-iza- Uoooooo



¿Os acordáis de Blue? 
Ese grupo inglés tipo Boyband que arrasaba a primeros de los 2000 arrasaba en la lista y que llegó a vender más de 15 millones de discos (que se dice pronto) en todo el mundo. Seguro que os suena su dueto con Elton John y aquel Sorry seems to be the hardest world.

El caso es que Blue es el ejemplo más palpable de algo muy triste en el mundo de la música: estar en la cresta de la ola y caer hasta los abismos más abismales que en este caso tienen forma de broma televisiva en ITV2 con aire muy cutre y casposo para ser el hazme reír de toda una nación que antes iba a tus conciertos y te veneraba. 

Y es que los pobres integrantes de esta boyband han pasado por todo el ciclo: exitazo mundial que supone separación para probar carreras en solitario que fracasaron como si Mel B estuviera tras ellas, 5 discos recopilatorios sacados para intentar rascar todos los cuartos posibles a las fans (¡ojo que 4 de ellos fueron en un espacio de tres años! Ni que fueran Maná) intento de resucitar a través de eurovisión donde, a pesar de un puesto 11, el sabor de boca fue muy malo debido a que la actuación fue… olvidable. 

Tras esto y sacar un disco con canciones nuevas que todo el mundo ignoró se embarcaron en un Reality llamado “The Big Reunion” donde antiguas bandas del pop se unen para aclarar diferencias y volver a dar una gira por Reino Unido y después intentar ganar lo que han podido mendigando por Realitys ya sea en Gran Hermano VIP (Celebrity Big Brother), Desafío bajo cero (Celebrity on Ice), Mira quien Baila (Strictly Come dancing) o Celebrity five go to… (una cosa muy rara de famosos compitiendo por ser el mejor guía turístico… sí). 

Vamos que ya estaban acabados y defenestrados tratando de sacar tajada de productos de imagen dudosa. Lo triste es que en lugar de 60 años, todos rondan la treintena. Y ahora tienen un nuevo show- docurreallity- programa de bromas en ITV2: Blue Go mad in Ibiza.

Lo que los integrantes de Blue creen es que se trata del lanzamiento durante unas semanas en Ibiza de la franquicia “Blue Bars” y cada uno está a cargo de una zona: management, bar, relaciones públicas y DJ. Lo que en realidad sucede es que todos los integrantes que se van a encontrar entre medias son actores que les van a poner en situaciones “comprometidas”.

Y entrecomillo porque las situaciones son una auténtica basura tales como subirles en un barco con forma de pene azul (como si fuese el primer pene que montan), ir a una sesión peculiar de Yoga o recibir camisetas que juegan con sus nombres en plan “I have a reaLEE big dick”. Vamos que ni broma, ni gracia, ni Mad, ni juerga, ni broncas, ni nada de nada… El montaje además es una cosa a medio camino entre “Un príncipe para Corina” y “El Show de Candido” lo cual añade un aire de caspa insoportable.

Lo único divertido es comprobar como algunos de ellos tienen un coeficiente mental bastante limitado (no hay más que ver que querían adornar el bar en su inauguración con palmeras inflables y cosas de los chinos) y que Lee está pasadísimo de chonismo y cutrerío (cosa que ya se vio en Celebrity Big Brother). 

En resumen, “Blue GO Mad in Ibiza” es un ejemplo de lo que los excesos y la mala planificación puede hacer a la gente en la vida (al menos reconocen desde el comienzo del programa que están en la ruina), pero para mala fortuna de Blue, ahora se han convertido en el chiste de toda una nación, no solo no volverán a la primera plana sino que nunca más levantarán cabeza tras un show cutre, mal hecho, poco divertido y sin pizca de gracia. 

Crítica de TV - Celebrity Big Brother UK

Me encanta odiarte






Que nadie se lleve las manos a la cabeza, este no es otro de esos artículos sobre el amor que ha profanado la ficción televisiva en los últimos años por la figura de los antihéroes y que tan buenos frutos ha dado: House, Breaking Bad, Dexter, Nurse Jakie…

No, quiero hablar de las personas “de verdad” aquellas que se someten a los Reality Shows y que los productores no dudan en convertir en cruzar la línea para convertir en verdaderos villanos y que la gente les odie, porque no hay nada más gozoso que disfrutar odiando a alguien.

Recuerdo en casa a mi padre insultando a la televisión, verdaderamente enfadado y ofendido cada vez que Aída Nízar acudía a un plató de televisión. “Cambia de canal si de verdad no puedes con ella” decía yo. Pero no. Él seguía ahí viendo y odiando a la vallisoletana como si no hubiese toda una otra oferta. Y mirándole descubrí dos cosas: Primero, que siempre he sentido cierta fascinación por “las malas” en los Reality Shows, y segundo que incluso si no soportas la figura viperina, hay algo que te hace seguir pegado a la pantalla: la fascinación del ser humano a odiar, lo mucho que se disfruta y sobre todo el alivio cuando esa persona no se sale con la suya.

Desde Vanessa Pascual hasta Lucía pasando por Marta López, Ainhoa o la propia Aída Nízar la televisión ha ido sirviéndose de utilizar estas personas hasta convertirlas en verdaderos personajes como si se tratara de las madrastras malas del cuento.

Pero no solo en Gran Hermano, ¿alguien recuerda a Francesca en Supervivientes? ¿o la imagen de prepotencia proyectada sobre Chenoa, la Poyeya o Sandra Criado en OT? ¿O las figuras ya autoconscientes de ellos de Jerri Manthey, Kass o Abi Maria en survivor?

Pero quiero hablar de una que se asemeja más a Aída Nízar y que se ha convertido, por derecho propio en la mujer más odiada del Reino Unido: Katie Hopkins. Y lo digo porque ambas son malas hasta cuando la cámara deja de rodar y se convierten en personas reales. ¿Recuerdan aquel “Dios da a cada uno lo que se merece que espetó Aída Nízar a un joven en silla de ruedas por no querer darle dos besos? 
Aquello no era una una ficción, ni tampoco era “realidad ampliada”, aquello era simplemente una persona de carne y hueso siendo ofendida por otra persona de carne y hueso. De aquellas vinieron mucho más.

Katie Hopkins es la versión anglosajona de Aída Nízar. Saltó a la fama como concursante de “El Aprendiz” rechazando un lugar en las finales y se ha convertido en la pluma viperina del periódico “The sun” y colaboradora habitual de “The Morning” una suerte del programa de Ana Rosa en las mañanas británicas.

Katie Hopkins ha decidido dar un paso más y participar, desde hace un par de días en su tercer Reality de competición: Celebrity Big Brother (tras el aprendiz se dejó caer en la jungla de “I’m a celebrity get me out of here”).

¿Y por qué es Katie Hopkins tan odiada?
Basicamente porque es un troll de internet y entre sus muchas perlas se encuentran las siguientes:

“Niños pelirrojos. Como niños normales pero mucho más difíciles de querer”

“¿Te contrataría si eres obeso? No. Por supuesto que no. Darías mala imagen a mi negocio. Necesito gente que parezca energética, profesional y eficiente. La gente gordo solo parece vaga.”

“Pienso que si tienes un tatuaje tienes que pensar en el tipo de futuro que tienes delante. Como empresaria, nunca contratara a nadie con tatuajes porque siempre pensaría que opinan los clientes sobre ellos. Para mí, los tatuajes solo son una manera de llamar la atención de este tipo de gente porque no pueden encontrarla por los métodos convencionales”

“Un nombre es una manera de demostrar la clase de la que proviene un niño y está en mí decidir ¿quiero que mis hijos jueguen con ellos? (…) cuando alguien dice: “Hola esta es mi hija Charmaine” yo solo escucho “Hola, soy tonta e ignorante”

“Llego tarde a trabajar ¿Puede la gente dejar de ser tan egoísta y dejar de suicidarse delante de mi tren?”

Sus primeros minutos en la casa no han defraudado, entro la primera entre abucheos y desde una gruta su misión era ir ofreciendo comentarios sobre el resto de celebritys que iban entrando tales como:

“Esta es básicamente una prostituta con dos tetas. Bonito Currículum”
“Oh Dios Mío! No quiero ver nunca esa cara sin maquillar”
“Entones, él salía en televisión cuando tenía seis años y ahora con 28 todo lo que ha hecho en su vida ha sido drogarse. Estoy impresionada”
“Prefiero quedarme aquí que vivir con esta panda de idiotas”

Después fue llamada al confesionario para elegir los nominados en un tongazo creado para evitar que sea la primera expulsada y sus palabras fueron:
“-Katie bienvenida al confesionario
-Gracias, es muy… barato”

Vamos una auténtica víbora que la gente adora odiar y que ha entrado con un contratazo para llevarse todas las cabezas que pueda por delante mientras la audiencia se amontona ante la edición para reírse de sus maldades y odiarla a partes iguales.

Pero, ¿hasta que punto es lícito y ético mantener a sueldo a una persona únicamente para insultar y ofender al resto? ¿Por qué nos gusta ver como alguien humilla a alguien en la realidad de la televisión y luego no lo toleramos en la vida real? ¿Qué distingue esos sentimientos de los otros?


Por ella la fascinación a este artículo y a una edición que veré y comentaré en twitter @criticoenserio porque siempre me han fascinado las malas, y eso que ha entrado en la casa Perez Hilton, pero si la cosa va de malas prefiero a las arpías que a las maricas malas ¿y a ti? ¿te fascina o ha fascinado alguna de estas personas que adoramos odiar?

sábado, 3 de enero de 2015

CRÍTICA DE TV - Hit, la canción (1/10)


Un programa que parece producido por Moreno para Maria Teresa Campos


Ayer llegaba a las pantallas españolas uno de esos formatos que huelen a curioso y que puede ser un pelotazo en buenas manos y buena producción: “Hit La canción”, adaptación de la exitosa versión irlandesa. Sobre el plantel todo funciona: Jaime Cantizano es un presentador más que solvente, la dinámica de escuchar autores es lo suficientemente novedosa y los artistas consagrados tienen el suficiente peso: Bustamante, Pastora Soler, Sergio Dalma…

A partir de ahí vino el desastre.

En primer lugar reciclaron el escenario de Nochevieja (¿O fue al contrario?) lo cual, dado que vimos la gala hace dos días (literalmente) y repetida ayer por la mañana daba cierto aire de cansancio de escenario. Y luego llegó lo peor: empezaron a cantar.

Primero Sergio Dalma, haciendo una versión de el mundo incluido en uno de sus últimos álbum y luego Vanesa Martin, ambos en un perfecto playback. Seamos francos y sinceros: Es una estafa y una vergüenza que en un plató acondicionado para cantar en directo los cantantes no lo hagan. No hay excusas ni justificaciones, salir a sueldo de una televisión pública a hacer como que cantas es una estafa a los espectadores (que te están pagando por verte cantar) y al programa. Me hervía la sangre al pensar como cuatro enchufados (ojo a Bustamante que ya parece más patrimonio público que la sanidad) se iban a llevar los cuartos por no hacer su trabajo (que es cantar) sino por pasearse y hacerse los guays recibiendo lo que no cobran por vender discos.