Vuelve a Vigilar Quién Llama
Una de las cosas que tenemos los nacidos en los 80, es que nuestra adolescencia nos la marcó Scream (y derivados) con su resurgir de slashers, su terror desenfadado a base de sustos y esa especie de Whodunit tratando de adivinar el asesino (Siempre es alguien que conoces).
Como siempre la cosa terminó cayendo por su propio peso y secuelas de subproductos de dudosa calidad y referencia (te miramos a ti “Leyenda Urbana”), el terror derivó hacia remakes asiáticos, ante el gore desmedido de los Saw y secuelas y el paso al “cine de terror elevado” que vivimos ahora.
Pero si en algo se desmarcó Scream fue en la inteligencia de su propuesta y guión: Por primera vez los personajes de la película de terror sabían que estaban en una y trataban de jugar con sus reglas para sobrevivir. Una genialidad.
Ahora nos llega su “re-cuela” que como bien explican en la propia película es una secuela que continúa los eventos pero incorpora a nuevos personajes para que cojan las riendas. No es un reboot al uso, pero tiene la suficiente fuerza como para captar a una nueva generación que no ha visto las originales. Y todo esto está más que conseguido.
Scream (2022) logra convencer como regalo a los fans que querían ver a Ghostface de nuevo y como capturador de una nueva generación que quiera un poco de sustos, cachondeo y que no le traten como idiota.
Parte de ello se basa en la decisión de dejar que el trío de las películas originales no cojan excesivo protagonismo (como sí que sucedió en Scre4m), aquí aportan al argumento y le dan valía y peso pero no marcan las acciones. Un poco al estilo de los personajes clásicos de Star Wars en la última trilogía.
Con estos ingredientes y con “Stab (puñalada)” como catalizador marcan un argumento ambientado de nuevo en Woodstock donde de nuevo alguien está matando gente homenajeando los asesinatos originales y dando lugar a varias referencias meta de lo más interesante y divertidas que saben hacer una buena radiografía del cine de terror actual.
Aún así la fiesta no es absoluta y aunque Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett manejan con mucho acierto todos los ingredientes (como ya hicieron en la muy infravalorada “Ready or Not”) aquí los números de terror no les quedan lo suficientemente atados en el apartado terrorífico.
Valoro mucho cómo han construido las piezas con referencias obvias a Psycho o sucintas a Carpenter y sobre todo al maestro Craven, porque lo grande de ahora es que Craven bebía de Hitchcock pero ahora la nueva generación bebe directamente de él.
Pero ese ambiente terrorífico del primer Scream, esa manera de crear imágenes y muertes icónicas que después repetirían y parodiarían hasta la extenuación aquí no suceden. De hecho la película gana muchos enteros en el último acto cuando se desmadra por completo y ahí los directores son capaces de mostrar que su inmenso talento está en otro apartado.
Tampoco han conseguido dar en la tecla de algunas interpretaciones de los más jóvenes que se ven ciertamente patosas o faltas de carisma comparadas con la original.
Esos dos peros son únicas observaciones en lo que en general es una celebración y divertimento. Scream (2022) tiene las piernas suficientes para caminar por sí sola, para divertir, sorprender y sobre todo entretener de manera absoluta. Es una cuarta (!) secuela de una cinta de terror que sabe perfectamente dónde y cómo juega y que termina en todo lo alto. Hay una escena en la que hablan sobre pasar la antorcha, creo que si Wes hubiese estado entre nosotros habría estado orgulloso de entregarla.
Lo mejor: El sentido autoconsciente de entretenimiento y no querer elevarse
Lo peor: Las piezas de terror y ciertas interpretaciones
Valoración: 7,5/10
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