sábado, 3 de marzo de 2012

DUELO AL SOL (Duel in the sun, 1946) - ****

 Del amor al odio no hay ni un paso


La historia del cine está plagada de ejemplos de ejemplos de películas que se hacen y confeccionan con propósitos más allá de los estrictamente cinematográficos, películas que se hacen con el propósito del lucimiento de un actor o una actriz o que tratan de continuar la estela de éxito de una cinta que despunta en un momento concreto y que beben de seguir dando al público lo que en ese momento parecen querer ver.

Conocer la intrahistoria de Duelo al Sol (Duel in the sun, 1946) es saber que se trata del empeño de un productor David O. Selznick que firma el guión adaptando una novela de éxito de Niven Busch que tiene muchos puntos en común con el enorme éxito de la época “Lo que el viento se llevó” que el propio productor llevo a la cima del estrellato mundial. Ahora prepara un gran vehículo similar al servicio y beneficio de su novia por entonces: Jennifer Jones.

Éstos datos aportan y situan la obra en el mapa y el por qué la cinta tuvo tanta repercusión en su año y al final no ha soportado el peso del recuerdo como muchas cintas coetáneas, muchas de ellas de incluso menor calidad y entretenimiento que este “Duelo al Sol”.

Porque la cinta cuenta una historia potente, la historia de una mujer de bandera, fuerte, con carácter y luchadora, la de Perla, una mestiza que ve cómo su padre mata a su madre y al amante de éste en un ataque de celos y es enviado a la horca por ello.
Es entonces cuando la protagonista es enviada junto al amor de la juventud de su padre que ahora se halla casada con el senador y vive en una hacienda texana llamada “Pequeña España”.

Allí tendrá que vivir bajo el rechazo del senador y su estricta y racista mirada (“la culpa es de esa india”) y sobre todo de los dos hijos de la pareja. Por un lado un galante noble, educado y considerado interpretado notablemente por Joseph Cotten y otro impulsivo, chulesco y canalla interpretado con maestría, encanto, química y fascinación por Gregory Peck.
Pronto ambos caerán enamorados por la protagonista y rivalizarán por su amor.

Ése es el melodrama protagonista de la cinta, que pese a que el envoltorio es el de un western, el corazón es el de un melodrama con ecos de tragedia griega relleno de conflictos sentimentales y protagonista y eje femenino. Ya dije que la estela de “Lo que el viento se llevó” es la que impulsó a confeccionar ésta cinta.


De trasfondo en la historia tenemos el conflicto de la llegada del ferrocarril, las disputas de los herederos con sus diferentes brújulas morales y la expropiación de tierras a favor de la colonización y las trifulcas por levantar la nación que conocemos como Estados Unidos.

“Duelo al sol” es una película de la época, una de esas obras descomunales cargadas de conflictos y con varias tramas solapadas durante 138 minutos, un metraje que hoy se me antoja excesivo pero que en ningún momento pierde el pie del ritmo gracias a que tenemos tras la cámara a uno de los grandes del Hollywood dorado King Vidor, que otorga ya no solo creatividad y solvencia en el conjunto sino una gran mano a la hora de colocar la cámara y crear ambientes que bebe de los westerns puros de cielos anaranjados, sombras y siluetas de caballos.

Otro de los pilares en los que se apoya la cinta es en el technicolor, que abunda sobre todo en el vestuario de la protagonista al realzar su silueta con colores casi imposibles y muy chocantes en el ambiente en el que se enmarca la cinta.

Pero lo verdaderamente interesante de la cinta son las interpretaciones, obtuvo dos nominaciones a los Oscar una a la actriz protagonista, a Jennifer Jones que tiene uno de esos personajes bombón aunque a veces no termina por dar del todo con la profundidad que merece y parece impostada, está fascinante en la parte carnal, majestuosa en la seducción y las miradas casi partiendo la pantalla en dos pero hay momentos dramáticos en los que no termina por conectar con el personaje y su hondura.

La otra nominación fue para Lillian Gish como la madre de acogida de Perla en un gran papel, aunque para mí el dueño y señor de la cinta es Gregory Peck alejándose de su postura de papeles de buenazo en un rol despreciable pero que dota del encanto y el carisma necesario para hacer creíbles algunas situaciones de guión verdaderamente forzadas, sin una sola palabra de más y un aire chulesco que le hace robar la función.

En resumen, puede que la historia sea injusta con este “Duelo al Sol” situándola como un mero vehículo de lucimiento de una actriz y una cinta más surgida a rebufo de “Lo que el viento se llevó” pero a día de hoy sigue siendo algo más, una película verdaderamente entretenida, con buenas interpretaciones y sin abusar del sentimentalismo. Una opción fascinante para una tarde de buen cine, sabor añejo y con un inmenso final que la eleva a notable.

Lo mejor: Gregory Peck y el ritmo
Lo peor: Excesos de la época

Valoración: 8/10

1 comentario:

  1. Si algo debo agradecerle a Pedro Almodóvar, fué el haber incluído en algunas de sus películas, breves clips de películas estadounidenses dobladas.
    Como mexicano, desconocía el hecho de que en España el cine extranjero se veía doblado (en México solamente las series de televisión y animaciones lo hacen)y entonces, esas imágenes y esas voces, me empezaron a llamar la atención.
    Aunque siempre he preferido ver las películas en su versión original, con o sin subtítulos, cuando entiendo el idioma, este asunto del doblaje en España es algo que me atrae y busco, siempre que puedo, verlas así.
    También por esa razón ví esta película, y Johnny Guitar, y otras de la Sra Stanwyck, pero aunque Almodóvar siga en el suelo desde que se me cayó del pedestal, algo bueno me dejó. Apreciar un buen doblaje con el acento de la madre patria...

    ResponderEliminar