martes, 21 de septiembre de 2010

CARANCHO (2010) - **1/2

Atropéllame a menos de 80 km/h



Carancho es una película sucia, que huele a asfalto y sabe a sangre. Es dura, cruda, difícil y áspera incluso en el mismo concepto de la cinta, lo que la hace verdaderamente complicada de penetrar y sobre todo de mantener la atención para todos a los que la historia nos resulta ajena. Carancho es una buena película, pero el sabor de boca que me ha dejado es amargo. Os explicaré porqué.

La película retrata una realidad argentina y lo hace con un amenazador letrero “en Argentina hay 22 muertos diarios por accidentes de coche y es la mayor causa de mortalidad entre menores de 35 años, lo cual sostiene un gran negocio por las indemnizaciones”.



Esas son las arenas en las que nos vamos a mover a través de dos personajes que viven en lo que sería la base del poder. Por un lado Sosa, un abogado que ya no ejerce porque ha perdido la licencia y que manipula testigos, hace chanchullos con policías y hospitales para acabar sacando tajada de las indemnizaciones.
Entre su devenir por comisarías y hospitales en busca de nuevos “clientes” conoce a Luján, la parte femenina de la historia, que es una recién incorporada a la ciudad y trabaja en un hospital que sería la antítesis al de Anatomía de Grey: apenas duerme, todo está abarrotado, no paran de llegar enfermos de urgencia y es un caos difícil de sobrellevar.
Entre ambos surgirá una manera de sobrellevar las penas a través de una pasión que trata de antojarse desgarradora y se meterán en un círculo vicioso de mafias, sobornos, casos policiales y toda la corruptela que planea alrededor.

Es una película diferente a lo que nos suele llegar de Argentina y que también suele tener a Ricardo Darín como protagonista (¿Cuántos actores hay allí? ¿Cinco? ¿Seis? ¿te financian una película sin Darín de protagonista?), y es un drama a pie de asfalto en el que todo trata de ser mostrado a corazón abierto.

El trabajo de fotografía y de dirección es lo mejor sin duda de la cinta, desde los planos iniciales a los finales hay varios momentos dignos de enmarcar, un movimiento de cámara ligero pero presente y una fotografía oscura, llena de sombras y matices. La cinta está rodada casi en su totalidad de noche, por lo que la fotografía tiene más merito todavía.

Por hablar de las interpretaciones, a Darín ya le conocemos, aquí abandona la pose de “soy el mejor yerno del mundo” y se adentra en algo más de oscuridad, de primeras me chocó mucho su cambio de registro, pero Darín es siempre eficaz y solvente y sale indemne de la cinta. Martina Gusmán, la actriz fetiche (y mujer) del director Pablo Trapero, es la que se adueña de la cinta con sus ojeras, su carnalidad y su apariencia de romperse en cualquier momento. Los secundarios, cumplen, pero los personajes esporádicos como casi siempre en las películas argentinas son para olvidar.

Entonces tenemos una película con premisa interesante, con su denuncia social latente, con interpretaciones potentes, una fotografía coherente y una dirección con tino, ¿qué ha fallado?

En primer lugar creo que la barrera geográfica. No tenía ni idea de los caranchos y me ha costado mucho entender los trapicheos montados, además me pilla completamente frío la historia, no me convencen los argumentos y la presentación de la cinta me parece excesiva. No sé si es porque mi oído tarda mucho en acostumbrarse a la cadencia del acento argentino, o que el director se recrea al comienzo en crear la atmósfera y se olvida de levantar el interés, pero durante 45 minutos estuve pensando continuamente en las musarañas, la lista de la compra, lo que iba a hacer luego y lo fríos que tenía los pies (por este orden).

Quizás fue culpa mía el no involucrarme en la historia, pero toda la carnalidad, toda la sangre, el sudor, el agotamiento físico, los paseos nocturnos al estilo Al límite de Scorsese (del que el director bebe más que directamente en esta cinta), todo ello no me conseguía involucrar y no creaba en mi el efecto esperado. Y me fastidia mucho ver una barrera entre una película y yo porque me gusta meterme ne la historia, sufrir y reirme con ella y querer saber que más me va a pasar media hora después. Y eso no me ha sucedido con Carancho.

La manera tan cíclica de narrar la película tampoco me ayudaba, me parecía increíblemente repetitiva, no conseguía avanzar más que a trompicones, con verdaderos paréntesis en la narración y mucha verborrea barata. Otros elementos me parecen prescindibles y superfluos (la médica yonki) y que nada tienen que ver con la historia principal y el desarrollo de la misma.

En resumen, Carancho es una película negra, oscura, nocturna, cruda, bien dirigida, mejor fotografiada y con grandes interpretaciones pero que se pierde al traspasar la frontera argentina, que no logra conectar con mis emociones y aunque aplaudo la valentía de mezclar denuncia social con cine de género (en lugar del drama típico) no termina por arraigar en mis entrañas y convencerme de que estoy viendo una gran película.

Lamentablemente, a mi Carancho me deja frío y es una pena porque todos sus intentos son de pasión y desasosiego.

Valoración: 5,5/10

1 comentario:

  1. Que lástima. Esta también la tenía fichada. Supongo que la iré a ver de todas formas.
    Sí que es verdad que cuesta mucho acostumbrarse al acento argentino los primeros minutos de las películas.

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