sábado, 24 de julio de 2010

LAWRENCE DE ARABIA (1962)

"El desierto está limpio"



Lawrence de Arabia es una de esas experiencias que son casi obligatorias vivir. Es una superproducción mastodónica de una envergadura que asusta para tratarse de 1962, pero a la vez es un relato experimental que encuentra en su arrastre al espectador una singularidad hipnótica basada en el poder de sus imágenes.

En Lawrence de Arabia comenzamos en el entierro del protagonista donde mucha gente habla de sus proezas pero muy pocos le conocieron. Y de ahí vamos a conocer la historia del protagonista en un inmenso flashback.

Así es “Lawrence de Arabia”, una leyenda, la de un héroe que se concentra precisamente en eso, en vivir la vida de alguien que se creyó que era un héroe cuando sólo era un humano.



En tres bandazos nos describen al personaje (peculiar, impertinente, bocazas) y le destinan de El Cairo a Arabia para ayudar a los Árabes contra los turcos en el contexto de la I Guerra Mundial. A partir de aquí comienza la majestuosidad avasalladora de la cinta.

En sus primeros compases del periplo ya nos dejamos emborrachar por una catarata de imágenes desérticas en planos conjuntos que son puras postales inabarcables de lirismo y belleza plástica. Todo ello acompañado de una banda sonora que te transporta a un estado de hipnotismo y magnetismo difícil de describir.

En este primer viaje hay una de esas imágenes que se te clavan en la memoria cinéfila de por vida. Un plano del desierto inmenso, imponente, eterno, y al fondo modulado por el calor un espejismo, un punto en el horizonte que no sabemos si creer o no hasta que va tomando forma en clave de Omar Shariff.

Y es la magnífica dirección de David Lean la que hace de esta historia (con sus virtudes y carencias) algo irrepetible digno de ser encumbrado en obra maestra.
Es la manera en la que el director combina todos los elementos para hacerte a ti vivir la aventura de Lawrence, para llevarte a su cabeza, a sus ojos, a su periplo por el desierto a su epopeya. Porque eso es lo que trata la cinta, una monumental vida alrededor de las arenas del desierto que poco a poco se va cobrando vidas tanto por sus furias naturales (impagable también la escena en la que la arena engulle literalmente a un joven) como sobre todo por las furias humanas, las luchas entre tribus y cumplir la Ley tanto terrenal como divina (“cumples con lo que estaba escrito” le justifican al protagonista tras tener que matar a una persona a sangre fría).

Y así vamos discurriendo en la aventura de la arena y el sol hasta que se cruza por en medio un río y una carretera. Es ahí cuando nos damos cuenta que hemos estado viviendo una aventura, que nos da realmente igual lo que nos cuentan, las intrigas políticas, los conflictos bélicos, y todo el guión propiamente dicho pasa a un segundo plano porque nosotros hemos vivido todo aquello y la civilización ahora nos parece algo mundano.

“Hay que ver como cambian las personas”

Así reciben al protagonista, es otro “he matado a dos personas y me ha gustado”, nosotros seguimos con él, con su transformación, con su arco y le acompañamos a convertirse en héroe, en leyenda, con la presencia de un periodista americano en busca de una historia, queriendo un nombre al que encumbrar y empujando al protagonista a liderar un movimiento arábico y a transformar sus pensamientos en megalomanía, en egocentrismo, en avaricia.

Si antes los motivos de liberación del pueblo árabe pasaban a segundo plano ahora ya ni nos interesan. Vemos como saquean trenes y como se convierte en un líder popular (la escena de Lawrence caminando sobre el tren también bordea la épica más bella de todo el cine, a contraluz, impresionante).

Lawrence ya no es el Lawrence que conocíamos, ahora es otra cosa. Ya no siente lo mismo al asesinar con sus manos, ya no tiene remordimientos de saquear inocentes, ya no hay nada que le pare. O eso cree.

Porque la vida de Lawrence de Arabia da para mucho más, tendrá idas y venidas, delirios y grandezas, proezas y miserias absolutas (el silencio absoluto del hospital turco es sobrecogedor). Pero sobre todo la majestuosidad de la cinta es que nos lleva a nosotros a una catarata de sensaciones y experiencias. No es lo que quiere contar, sino lo que nos quiere hacer sentir como si nosotros fuésemos ese Lawrence de Arabia. No es el qué sino el cómo se presentan las cosas lo que hace grande a esta cinta.

Gran parte de este acierto se lo debe también la impenetrable mirada de Peter O´Toole de un azul insultante que llena la pantalla y una interpretación física cargada de matices, pero no solo él sino todos y cada uno de los actores se mueven perfectamente con esos ropajes como si hubiesen nacido con ellos, incluso la película se permite un guiño interno utilizando el metalenguaje para describirse como actores de teatro que se verían ridículos vistiendo con esos disfraces.

Aún así, no todo me ha llevado a considerarla como perfecta, el guión adolece de muchos aspectos. En primer lugar se trata de una película de casi cuatro horas de duración y no siempre el cuerpo resiste igual de bien el ritmo de la narración. A escenas memorables le siguen momentos más prescindibles o lentos, tiene un metraje excesivo y algo de pérdida de peso con la supresión de pasajes hubieran hecho la narración más redonda.
A la par, las motivaciones de Lawrence no están bien definidas, por momentos no sabemos si quiere volver a casa, quedarse a vivir en el desierto o convertirse en un Napoleón al uso, sumado a la megalomanía inglesa, o incluso americana, de convertirse en el ombligo de las virtudes.
También el propio concepto de la cinta se convierte a ratos en handicap al no entender demasiado a menudo hacia dónde nos estamos dirigiendo. Y muchas veces el viaje es interesante, pero esperamos que el destino lo supere.

Me apasiona todavía más la idea de cómo se lanzaron en un rodaje en el desierto, ocn un presupuesto que para la época tuvo que ser impensable, con tantísimas dificultades, en un proyecto que podría haber fracasado estrepitosamente, sin ninguna historia romántica ni una sola mujer en toda la cinta, y con un concepto fílmica tan difícil de entender y que sin embargo consiguieron esculpir en la arena una cinta que ya es historia. A parte de los 7 Oscars incluido el de mejor película, director, fotografía y banda sonora.

En resumen y espero haberlo dejado claro, Lawrence de Arabia es mastodónica, es una superproducción plagada de extras, es inmensa, apabullante, algo grande en todos los sentidos de la palabra. Pero además en el fondo es una película muy intimista a través de una persona de carne y hueso y su periplo como héroe.

Lawrence de Arabia es una experiencia fascinante que nos sumerge entre belleza y nos embriaga los sentidos ofreciéndonos una experiencia fílmica de primer orden.
Una obra maestra incontestable.

2 comentarios:

  1. Hola, ¿sabes donde puedo encontrar el guión escrito en idioma original?, ''Lawrence de Arabia'' es mi película favorita, así que quiero leer su guión, no una aproximación en los subtitulos de un DVD.

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  2. Gracias por el comentario, esta es mi película predilecta y estoy leyendo cuanta información haya sobre ella.

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