
Lawrence de Arabia es una de esas experiencias que son casi obligatorias vivir. Es una superproducción mastodónica de una envergadura que asusta para tratarse de 1962, pero a la vez es un relato experimental que encuentra en su arrastre al espectador una singularidad hipnótica basada en el poder de sus imágenes.
En Lawrence de Arabia comenzamos en el entierro del protagonista donde mucha gente habla de sus proezas pero muy pocos le conocieron. Y de ahí vamos a conocer la historia del protagonista en un inmenso flashback.
Así es “Lawrence de Arabia”, una leyenda, la de un héroe que se concentra precisamente en eso, en vivir la vida de alguien que se creyó que era un héroe cuando sólo era un humano.