
Cuando la gente dice “ya no se hace cine como el de antes” me suelen cabrear porque creo que hay cine actual rematadamente bueno.
Pero creo que hoy al ver “¿Qué fue de Baby Jane?” he entendido otra perspectiva de esa frase. Me cuesta mucho imaginar esta película en el presente. Por supuesto que alguna persona sin escrúpulos ni conciencia sería capaz de hacer un remake con Lindsay Lohan y Hillary Duff, pero por más combinaciones posibles que mi cabeza imagine creo que el resultado nunca jamás sería mínimamente aproximado a todo lo que este film ofrece.
¿Qué fue de Baby Jane? (What ever happened to Baby Jane) es una película con un guión de hierro, una dirección muy trabajada, una fotografía extenuante en blanco y negro, un vestuario suntuoso y sobre todo, si algo hace poderosa a esta cinta y merecedora de entrar en la lista de mi cineclub son ellas: Bette Davies y Joan Crawford. Dos prodigios interpretativos que aquí llevan su odio al extremo, afeándose con un maquillaje excesivo y volviéndose oscuras y autoconscientes de su edad y decadencia. Dos torrentes de sabiduría en cada gesto que merecen cualquier alabanza posible y de las que hablaré más adelante.
Lo primero que tenemos es una niña prodigio, una marisol de los escenarios, una pequeña ruiseñor que maravilla a las masas y cuelga carteles de no hay entradas.
Y desde bambalinas a una hermana entre dolida y decepcionada viendo como el público adora a su semejante y como su semejante adora aún más el ser querida. Desde niñas ambas viven en “realidades” diferentes.